“No somos lo que sabemos, sino lo que estamos dispuestos a aprender”. M.C Betenson
Hoy, luego de ver un post de una universidad que aconsejaba a los jóvenes elegir su pre grado con base en lo que los “apasionaba”, pensé en el futuro de la educación.
Vivimos en un mundo donde las verdades duran minutos. Lo que nos apasione hoy, quizás cambie en un par de años…o tal vez, deje de ser relevante tal como lo conocemos. Estos jóvenes no la tienen nada fácil.
Trayectos de aprendizaje: cómo conectar los puntos de nuestra carrera
Anteriormente el tema en discusión era la necesidad de escalar la educación para ampliar al acceso. Ahora, con la infinidad de programas en linea; la capacidad para diseñar programas alineados con las necesidades aprendizaje de cada individuo es lo que está
“a la orden del día”.
Hoy la dificultad que se nos presenta a muchos de nosotros es poder hacer un alto en el camino y enfocarnos para definir dos cosas:
1- qué queremos aprender.
2 – para qué.
El primer paso para lograrlo es tener visibilidad del ‘inventario’ disponible en conocimiento, estilo de aprendizaje preferido y modalidades de participación. Luego, organizarnos, para hacer seguimiento e identificar cómo lo vamos a aplicar y por qué vale la pena. Es decir, debemos dejar de pensar en eventos de aprendizaje aislados para pasar a una visión de pasos coherentes que tengan una historia que contar tras cada profesional.
Para alcanzar esta visión, necesitamos no solo más colaboración y alineación entre los actores involucrados (profesionales, educadores, empleadores), sino también
más momentos de reconocimiento y validación.
El aprendizaje formal y el “mercado paralelo” de la educación
Adquirimos conocimientos y desarrollamos competencias de muchas maneras, pero una buena parte de ello queda
sin documentar, reconocer y comunicar ante el mundo (al menos de una manera masiva y oportuna).
Esto ocurre porque hay menos tiempo para los modelos tradicionales (aula) y cada vez se están complementando más con experiencias informales y con
micro aprendizajes.
El día a día nos demanda ser más rápidos y ágiles, y nuestros eventos de aprendizaje también deben reflejar eso, no sólo en «el delivery» del proceso; sino también en su reconocimiento y verificación. Solo así el profesional puede demostrar al mundo cómo ha ido «conectando sus puntos» en sus trayectos de aprendizaje.
El reconocimiento: una responsabilidad compartida
Gracias a la revolución del aprendizaje en línea, no ha habido mejor oportunidad para avanzar en el terreno de la educación y el reconocimiento inmediato. Y tampoco un riesgo tan importante de inacción.
En momentos donde el significado del trabajo se está redefiniendo; las organizaciones, educadores y los profesionales tienen que fomentar espacios de colaboración e interacción para generar nuevas oportunidades reconocimiento para todos.
Entonces, ¿a qué está llamado cada actor del ecosistema?
* Las organizaciones: a poner la gente de primero, identificando y reconociendo no solo lo que ocurre en espacios formales, sino en proyectos y tareas específicas que hagan sus colaboradores.
* Las instituciones educativas…A invertir en su éxito en de sus estudiantes y
comunicar sus logros (no solo los académicos) en términos que las organizaciones valoren y comprendan.
* Los profesionales … a reinventarse y entender que el aprendizaje permanente es el nuevo estilo de vida.
Para cerrar…
Futuros estudiantes de pregrado: quizás lo que los apasione hoy, probablemente cambiará en un par de años… ¿o en meses? Y eso está bien. No es un tema de millenials y de su “incapacidad de comprometerse” por mucho tiempo. De hecho,
esta investigación demuestra lo contrario.
La realidad es que para permanecer competitivos, más allá récord académico que generen hoy, fundamental para vincularse al mercado laboral; es la mentalidad de reinvención permanente, el deseo de aprender y poder conectar los puntos, lo que los permitirá agregar más valor a la sociedad.
De hecho, ahora las organizaciones están enfocando sus esfuerzos en algo que ustedes están haciendo ahora mismo:
en desarrollar la capacidad de aprender de sus empleados como una competencia.